Después de la sorpresa por el éxito rotundo de su primer libro «Educar en el asombro» Catherine L’Ecuyer vuelve a la carga con «Educar en la realidad», su segundo libro. Canadiense, afincada en España y madre de 4 hijos, se ha convertido en una voz a tener en cuenta sobre el uso de las Nuevas Tecnologías en la infancia y adolescencia. Ineludible en cualquier foro de debate. En este libro aporta ideas y evidencias sobre el exceso de estimulación sensorial y la educación digital en un mundo frenético.

¿Cómo educar mejor en la realidad?

La realidad no se contruye, se descubre. Ese es el punto de partida de la educación en la realidad: la realidad misma. Lo que nos lleva a descubrirla es el asombro, ese deseo de conocer del que hablo en mi primer libro. El asombro es innato en el niño, pero el niño necesita la belleza de la realidad para asombrarse. Por lo tanto, los niños pequeños aprenden en contacto con la realidad, no con un bombardeo de estímulos externos perfectamente diseñados. Tocar la tierra húmeda o mordisquear y oler una fruta deja una huella en ellos que ninguna tecnología puede igualar.

¿Qué diferencia a nuestros hijos “nativos digitales” de la generación anterior? ¿El proceso de aprendizaje debe ser distinto?

Los nativos digitales no aprenden de una forma distinta a la que aprendíamos nosotros. No tienen una inteligencia, una memoria ilimitada, ni son capaces de trabajar en modo “multitarea tecnológica”. Eso son mitos. La multitarea es un mito, no podemos (ni los inmigrantes, ni lo nativos digitales) realizar más de una actividad a la vez (actividad que requieren procesar información me refiero). Cuando intentamos hacerlo, siempre pasa factura. Prestamos menos atención, atendemos superficialmente, colapsamos nuestra memoria de trabajo, etc.

¿Es posible entender las tabletas como herramientas de trabajo o para un niño siempre serán una herramienta de diversión? ¿A qué edad deja de ser una herramienta de diversión?

Los niños aprenden, o bien a través del juego, o bien a través del esfuerzo. La tableta fomenta la diversión pasiva, no el juego activo. Y desincentivan el esfuerzo, porque convierten a la mente aún inmadura del alumno en una mente pasiva. Llega una edad en la que el joven tiene la cabeza suficientemente bien amueblada para entender lo que está buscando y lo que no (lo que le hace capaz de saber filtrar lo que es relevante y lo que no), y en que tiene las suficientes virtudes como para poder realizar esa búsqueda sin excesivos riesgos (no es suficiente saber lo que es relevante y lo que no, es preciso tener la fuerza de voluntad para poder llevarlo a cabo). Ese es el momento en el que la tableta se puede convertir en una herramienta de trabajo para un alumno. ¿Cuándo ocurre eso? Pues eso depende de cada niño/jóven y sólo lo saben los padres. Por eso motivo, los padres son, como primeros educadores, los que deben decidir cuándo llega ese momento. No el colegio, ni una empresa de telecomunicación que busca beneficios económicos.

¿Qué opinión le merece el pareado superficialidad del pensamiento y exceso de información? ¿Cómo podemos superarlo?

Cuando uno no es capaz de filtrar la información relevante y la que no lo es (o bien por falta de criterio, de sentido, o bien por falta de voluntad), ocurre que el exceso de información crea superficialidad en el pensamiento. Los estudios dicen que el multitarea tecnológico intenso lleva a ser “enamorado de la irrelevancia”. Por eso es importante, para superarlo, primero atrasar la edad de introducción a las nuevas tecnologías (por los motivos que daba en la pregunta anterior) y hacer siempre una sola cosa a la vez que requiera procesar información.

¿Cree que es necesario por parte de las familias el uso del parking de móviles?

Es buenísima idea. Yo no lo he probado porque mis hijos aún no están en edad de tener móvil, pero todas las familias que conozco que lo hacen disfrutan de su vida familiar y tienen muchos menos problemas. Los niños / jóvenes piden a gritos que les ayudemos. Pero luego hemos de dar alternativas. Si la vida familiar está vacía y no hay nunca nadie en casa con quien los niños/jóvenes pueden hablar, la prohibición no tiene sentido. Se trata de ayudar a los niños/jóvenes a entender la importancia de saber renunciar a algo bueno para algo mejor, excelente.

Algunos expertos hablan de la falta de sentido común en las Redes Sociales y la subida alarmante de la llamada “personalidad narcisista”, y no solo de jóvenes, sino también de adultos. ¿Qué aconsejaría a los padres para educar con el ejemplo en este sentido?

Está comprobado que hacemos en las redes y a través de las pantallas cosas que no haríamos en la vida normal, porque la pantalla deshinibe de alguna manera. Hemos de ser concientes de eso cuando comunicamos con extraños. Es importantísimo haber interiorizado el sentido de intimidad y de discreción antes de entrar en las redes, porque esa intimidad y esa discreción no se respiran en las redes. ¿Por qué tengo que saber que una persona que no conozco ha comido un arroz ayer con su vecina (además con toda clase de detalles de la vecina) y que la niña de otro ha besado su perro (con video de la niña en pañales haciéndolo)? Por eso, insisto mucho en mi libro en que “la mejor preparación para el mundo online es el mundo offline”. ¡No hay prisas! Cuanto más tarde entren nuestros hijos en las redes, tanto más preparados estarán para entender lo que deben hacer y lo que no.

En relación al capítulo del libro “¡Shhhhhh! ¡Prestemos atención!” me gustaría saber si ese déficit de atención actual es provocado por la indiferencia social, es decir, el trato personal empeora y los niños llenan esa necesidad con pantallas.

Puede que sí, en parte. ¿Qué hace un niño sólo sin nadie con quien hablar y sin mirada que le acompaña y le anima a descubrir el mundo real que le rodea? Enciende la pantalla. Pero la crisis de atención de la que hablo en el libro se debe principalmente a la falta de sentido y a la sobre estimulación. La falta de sentido hace que los niños no presten atención. Un enamorado de la irrelevancia no presta la atención, de lo contrario su atención está consumida por la información que le llega y le absorbe. En ese sentido, la sobre estimulación y la multitarea tecnológica merma la atención de nuestros hijos y les convierte en enamorados de la irrelevancia. Es un círculo vicioso que se rompe reduciendo el número de horas de pantallas y dirigiendo la mirada de los niños hacia cosas bellas. Lo contrario de la distracción es la atracción. Lo que atrae y asombra es la belleza.

¿Qué le diría a los padres con un niño de 14 años que no han sabido preparar a su hijo para su primer móvil y que desconocen por completo las herramientas de control parental?

Le diría que nunca es demasiado tarde. No podemos tirar la toalla diciendo “es una batalla perdida”. Pero hemos de tener en cuenta que con 14 años, los cambios no se hacen de la misma forma que con un niño pequeño, porque es preciso que el adolescente vea con claridad la necesidad de un cambio. Les diría que se lean Educar en la realidad, y luego que se lo den de leer a su hijo. Yo lo escribí pensando en los padres, pero ahora estoy dándome cuenta que los adolescentes se lo están leyendo y eso me está haciendo una ilusión tremenda porque pienso que el empacho digital de la adolescencia sólo puede solucionarse cuando el adolescente está convencido él mismo de que necesita realizar un cambio. El cambio sostenible en una persona sólo ocurre cuando esa persona es la que lo protagoniza.

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http://apegoasombro.blogspot.ca/

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